En mi relación con clientes tengo como objetivo principal conseguir su satisfacción por haberle prestado un servicio bien realizado. Para lograr este objetivo empleo mi capacidad de empatizar. Escucho y tomo nota de todas sus inquietudes con el fin de proporcionarles una solución óptima que responda a sus necesidades.
Fijado mi principal objetivo, utilizo todos los recursos disponibles que sean necesarios para dar respuestas a sus demandas.
Un cliente que solicita mis servicios tiene una necesidad que satisfacer y al acudir a mi, me otorga su confianza. Como profesional, deseo demostrarle que ha depositado su confianza en la persona adecuada. La desconfianza genera tensión, duda, temor y recelos. Es, por tanto, mi responsabilidad dar un tratamiento adecuado a sus demandas y ofrecerle la solución más óptima a sus necesidades. Con un cliente satisfecho se mantiene una relación continuada a largo plazo y es, además, la mejor publicidad que yo y cualquier negocio pueda tener. Por este motivo, cuido con esmero mi relación con ellos y la atención que les presto lo que implica las siguientes actuaciones comerciales:

  1. Reconocerlos y mostrarles empatía;
  2. Escucharles y ofrecerles “feedback”;
  3. Prestar atención tanto a la comunicación verbal como a la corporal;
  4. Mantenerles informados en todo momento;
  5. Resolver siempre sus problemas;
  6. Mantener las fichas actualizadas;
  7. Visitar y consultar a mis clientes para hacer seguimiento de su grado de satisfacción.
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