¿De qué color son tus sueños?

¿De qué color son tus sueños?

Hace unos días escuché en la radio una reflexión que me hizo pensar: “cuando la televisión era en blanco y negro, los sueños también lo eran. Ahora que la vemos en color, soñamos en color”. ¿Todos? ¿Sólo soñamos con lo que vemos en la televisión? ¿Y antes de que existiera, de dónde venían las imágenes de nuestros sueños? Y ahora que las redes sociales han reemplazado a la televisión, ¿dejaremos de soñar?

Como sabéis quienes me leéis, me gusta cuestionarlo todo. Por lo tanto, poco me costó dejar que mi mente se tomara tiempo en divagar y explorar cómo las imágenes que consumimos impactan no solo en nuestro comportamiento cotidiano, sino también en nuestra forma de percibir el mundo.

  • En la telebasura, la humillación se convierte en espectáculo. Por un minuto de gloria, algunas personas aceptan cualquier degradación. 
  • En muchas series y películas, el crimen y la violencia son protagonistas. ¿Tiene esto relación con el aumento de la delincuencia en nuestra sociedad? 
  • En redes, la acumulación de “me gustas” parece más importante que el respeto al prójimo. ¿De dónde viene esa desconexión?

Actualmente recibimos gran cantidad de impactos en forma de imágenes cortas, intensas, repetitivas. Los reels, las historias, los vídeos virales… configuran nuestros cerebros e influye en los sueños y en otros aspectos de nuestras vidas hasta el punto que los fotogramas que consumimos influyen en nuestro subconsciente modelando actitudes, valores, expectativas y condicionan nuestras creencias.

Vivimos en sociedad. Y eso significa que lo que vemos, lo que compartimos y lo que normalizamos tiene consecuencias. Evidentemente, es imposible controlar todos los mensajes visuales que nos rodean. Sin embargo, sí podemos decidir cómo los interpretamos, cómo los filtramos y cómo educamos a las generaciones futuras para mirar con ojo crítico.

¿El planeta de los simios o de las ratas?

¿El planeta de los simios o de las ratas?

Podéis pensar en una hecatombe nuclear como la que en su día imaginó Pierre Boulle al escribir El planeta de los simios. ¿Quién creéis que sobreviviría: los simios o las ratas?

Siendo realista, la respuesta es idéntica con o sin el cataclismo de la novela distópica de Boulle. Os invito a viajar con vuestra imaginación a un futuro no tan lejano. Las calles están vacías de humanos, pero rebosantes de vida… roedora. Las ratas han heredado nuestras ciudades: ocupan los parques, los mercados… se han instalado en nuestras confortable viviendas y se han convertido en una auténtica plaga urbana como consecuencia de nuestra negligencia en la gestión correcta de residuos.

Los medios de comunicación ya han publicado cifras alarmantes del número de ratas por habitante en ciudades como Londres o Barcelona. Cualquier cifra proporcionada hoy, mañana será mayor teniendo en cuenta que las camadas de estos mamíferos son abundantes, especialmente cuando las condiciones de vida y reproducción son óptimas.

Estos indeseados habitantes subterráneos no aparecen por arte de magia. El factor principal que justifica su presencia es la abundancia de alimento que proviene, principalmente de la gran cantidad de residuos orgánicos en las calles: bien porque las bolsas de basura se depositan en el suelo, bien porque los contenedores están mal cerrados o manipulados. Es decir, somos sus principales proveedores de alimentos.

Así pues, las ratas se multiplican donde hay abandono y malos hábitos de higiene comunitaria. Son un espejo incómodo de una sociedad que normaliza el incivismo. Son animales oportunistas y nosotros, humanos, les permitimos que convivan en nuestro hábitat más por falta de conciencia que por ignorancia.

Sabemos cómo evitarlo, sabemos cómo usar un contenedor de basura, dónde se debe dejar cada tipo de basura… y sino lo hacemos correctamente es porque no lo sentimos como nuestro deber. Posiblemente creemos que podemos dejar nuestra basura de cualquier manera, que vendrán otros detrás y lo arreglarán y, lamentablemente tenemos razón: se ocupan las ratas.

Para revertir las actuales plagas de roedores urbanos no basta con aplicar políticas sostenidas de control de plagas, es necesario contar con la colaboración ciudadana y, a mi criterio, es necesario comenzar por la activación de la conciencia comunitaria. A las administraciones públicas, les agradecería que con el dinero de todos, financiasen una campaña de comunicación; por ejemplo: «a partir de ahora, hagámoslo bien» – y aunque todos lo sabemos, la publicidad debe mostrar cómo mantener nuestro entorno limpio. Es decir, recordar las múltiples maneras de gestionar correctamente nuestros residuos.

Ahora bien, en el contexto actual me pregunto si con educación colectiva es suficiente o quizás necesitamos implementar un sistema de sanciones que penalice el incivismo y la negligencia en la gestión de residuos. De este modo, aquellas persona que no sientan que son responsables de los problemas de salud pública sepan cuáles son las consecuencias. Lamentablemente, posiblemente la solución sea educar para prevenir, multar para corregir.

Tenemos varias disyuntivas, podemos sentirnos devastados por tener plagas en nuestro entorno o podemos cambiar hábitos, por nuestra salud, por la de nuestros hijos, por la de todas aquellas personas que significan algo en nuestras vidas. Podemos permitir comportamientos incívicos o educar en valores. Podemos quedarnos sin hacer nada, o podemos actuar proactivamente. En definitiva, si sabemos hacer muchas cosas bien, ¿por qué no empezar hoy con la gestión adecuada de residuos?

Si seguimos igual, la Tierra se convertirá en el planeta de las ratas y no precisamente por casusa de una bomba… será gracias a nuestra basura orgánica.


Si el tiempo es oro, ¿por qué permites que te lo roben?

Si el tiempo es oro, ¿por qué permites que te lo roben?

¿Conocéis aquella famosa frase de «el tiempo es oro»?

Cada día estoy más convencida que la mayor parte de las personas que me rodean son más que ricas, millonarias en términos de tiempo. Esto es posible gracias a la hiper conexión tecnológica: notificaciones constantes, solicitud de respuestas inmediatas, disponibilidad perpetua. Parece que la falta de diligencia en dar respuesta digital sea sinónimo de que el mundo se desmorona y yo me pregunto, por qué es tan importante responder un mensaje de texto en menos de tres minutos.

En la era de la hiper-conexión, lo irrelevante se disfraza de imprescindible. Efectivamente, la escala de con lo que medimos nuestra conexión digital, varía de persona a persona. Posiblemente incomode algunos que yo considere.

IRRELEVANTE es responder al instante por miedo a parecer una persona desinteresada, revisar compulsivamente si alguien ha leído mi mensaje o vivir pendiente de lo “urgente”. Hay que saber distinguir la urgencia real de la ansiedad digital. ¿Conocéis la fábula del pastor mentiroso?

IRRELEVANTE es compartir cada paso que doy como si fuera una campaña de marketing personal, actualizar mi estado para demostrar que estoy “viviendo” o convertir mi vida en una colección de imágenes para la nube. El marketing es trabajo. Mi vida, para disfrutarla.

IRRELEVANTE es permitir que un algoritmo decida qué merece mi atención, cómo debo vivir o condicione mi opinión sobre temas de actualidad y mi forma de entender el mundo. Me gusta ser dueña de mi vida y de mi mente, y por tanto, decidir por mí misma.

IRRELEVANTE es creer que estar disponible es sinónimo de tener valor personal. Mi tiempo de respuesta está condicionado por prioridades reales, lo cual es esencial para la desconexión digital en un mundo hiperconectado.

Lejos de vibrar con notificaciones, para mi es realmente importante es lo que nos hace humanos y simultáneamente, nos diferencia de otros seres vivos y de las máquinas:

IMPORTANTE es realizar mi trabajo con responsabilidad, tratar a los demás como me gusta que me traten a mí, disfrutar mientras lo hago y sentirme satisfecha al final del día.

IMPORTANTE conversar cada día con mi hijo: saber qué le preocupa, qué le divierte, reírme con él y que él pueda reír conmigo. Importante también es dedicar tiempo a la familia y a los vínculos personales con amistades genuinas.

IMPORTANTE es disponer cada día de tiempo para lo esencial: hacer deporte, mantener una dieta sana y equilibrada, y aprender algo nuevo. Porque cuidar el cuerpo y la mente es cuidar lo esencial.

IMPORTANTE es mantener mi carisma. En otras palabras, ser yo misma.

Quizás mi hiper-desconexión te parezca ofensiva… Te comprendo: en un mundo donde estar disponible 24/7 durante 365 días al año, reservarse tiempo para ser persona puede considerarse un acto de rebeldía. Sin embargo, ¿te has parado a pensar cuántas horas al día consumes en pantallas?

Si el tiempo es oro…

* ¿Por qué permites que tu conexión digital te lo robe?
* ¿Te has parado a pensar que las notificaciones constantes que recibes son órdenes disfrazadas de urgencia?
* ¿Eres capaz de relativizar para quererte más o quizás crees que tu mundo se va a desmoronar sin que envíes un emoji?
* En serio, ¿quieres que tu bienestar personal dependa de programadores desconocidos y algoritmos cuyo único propósito es captar tu atención y agotar tu energía generándote ansiedad?
* ¿Quién quieres que gane la batalla de tu vida: tu yo libre, único y consciente… o el algoritmo que te exige, te vende y te espera con bata blanca en una consulta de profesionales de la salud?

Propuestas de mejora de empleabilidad en el Saló de l’Ocupació

Propuestas de mejora de empleabilidad en el Saló de l’Ocupació

«Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.

Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía…
¡Ahora no te escaparás!

Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló! … »

Antonio Machado

Así me sentí yo en el Saló de l’Ocupació el pasado 15 y 16 de octubre de 2025. Como ese niño que sueña con una oportunidad, con un espacio donde la madera, el oficio, el emprendimiento y la inclusión se encuentren. Preparamos un taller con ilusión; queríamos mostrar que la carpintería puede ser creativa, digna y también femenina. Pero cuando abrimos los ojos, el caballo había volado.

Los visitantes —estudiantes, recién llegados, personas desempleadas, trabajadores que querían dar un nuevo giro a su trayectoria profesional— buscaban empleo, pero lo que encontraban a menudo era desorientación y promesas de ofertas laborales, quién sabe si reales. Igual que el niño decide volver a soñar en el poema de Antonio Machado, yo quiero volver al Saló de l’Ocupació con nuevas propuestas, con empatía, con ganas de mejorar. Quizá necesitemos disponer de un espacio más adecuado y una ubicación más próxima al el emprendimiento que es necesario impulsar en el sector de la madera.

Propuestas para mejorar la empleabilidad en el Saló de l’Ocupació

  1. Evitar vincular la ocupación al trabajo por cuenta ajena. El Gremi Fusta i Moble, por ejemplo, estaba en el área de formación. El sector de la carpintería requiere fomentar el trabajo autónomo. El emprendimiento es la opción laboral más común en la mayoría de los oficios. ¿Quizá los organizadores del Saló de l’Ocupació han conducido erróneamente a los visitantes a una realidad desdibujada e inexistente?
  2. Visibilizar mejor los empleos reales y activos mediante paneles informativos claros, demostraciones en vivo y testimonios de profesionales en activo.
  3. Fomentar los talleres, las entrevistas —distinguiendo entre reales e irreales — y los espacios de networking. Todas estas opciones funcionan bien, si el público sabe cómo aprovecharlas.
  4. Comunicación. El Saló de l’Ocupació no comunicó bien qué es ni qué ofrece. Muchos visitantes no entendían qué podían encontrar allí.
    • Muchas personas se acercaban preguntando directamente: “¿Qué trabajo me puedes ofrecer?”
    • Otras estaban desorientadas, sin saber adónde ir ni qué hacer.
  5. Las colas de entrada y salida. Sí, correcto: incluso para marchar del recinto había que hacer cola para escanear el código QR de visitante o expositor.
  6. El edadismo. Se ha prolongado la edad de jubilación, pero las personas mayores de 55 años tienen grandes dificultades para encontrar trabajo. No percibí ninguna oportunidad para este colectivo.
  7. Visibilizar cómo dar un giro a la trayectoria profesional. Me pregunto si, además del Gremi Fusta i Moble, había otras entidades que lo ofrecieran.

Y antes de concluir, una reflexión final con el objetivo de mostrar empatía hacia los demandantes. Mi recomendación es que no se desanimen. Quizá acudieron atraídos por los 600 puestos de trabajo anunciados, y quizá salieron con las manos vacías. La búsqueda de empleo es un proceso, y el Saló de l’Ocupació es una herramienta más. Para encontrar trabajo hay que utilizar todas las herramientas y todos los recursos que las personas demandantes tengan a su alcance.

ZBE: Zona Burocracia Estancada

ZBE: Zona Burocracia Estancada

Os habéis preguntado si la aplicación de la legislación vigente sobre la ZBE —Zona de Bajas Emisiones— acabará siendo otra de esas medidas bien intencionadas, pero convertida en una Zona de Burocracia Estancada, hasta que ya es demasiado tarde y alguien diga: “¿Cómo no lo vimos venir?”

Han pasado casi tres años desde su entrada en vigor (enero de 2023), y la sensación general es de desconexión entre la ley y la realidad. Ni los ayuntamientos ni la ciudadanía parecen haber interiorizado sus beneficios. De hecho, solo cinco municipios catalanes, entre ellos Barcelona —aunque sin éxito aparente— cumplen con los requisitos mínimos. Eso sí, la recaudación funciona como un reloj suizo.

Y mientras tanto, miles de ciudadanos que no pueden permitirse cambiar de vehículo quedan excluidos, generando una brecha entre quienes pueden adaptarse y quienes simplemente no tienen opción. ¿Medida ambiental o filtro económico?

El aire no miente. No entiende de normativas ni de titulares. Es como un espejo invisible que está empañado de contaminación que daña nuestras vías respiratorias.

¿Por qué Barcelona no ha logrado mejorar sustancialmente la calidad del aire con la ZBE?

Porque Barcelona es una ciudad con problemas estructurales que no se resuelven con pegatinas ambientales. Su ubicación geográfica (valle), su densidad de población, el tráfico portuario y urbano, su ineficaz red de transporte urbano e interurbano y su actividad industrial hacen que la ZBE sea sólo un parche. Un paso necesario, sí, pero insuficiente.

La pegatina no salva, no sustituye un transporte público eficaz, ni compensa la falta de planificación, ni limpia el aire por sí sola. Es solo eso: una pegatina. Y es que, paradójicamente, como demuestra el caso de Barcelona, las emisiones de los vehículos representan un porcentaje importante… pero no tanto. Según datos del INE —Instituto Nacional de Estadística— el gran volumen de las emisiones proviene de:

  • Industrias como la manufacturera y la energética, especialmente aquellas que emplean energía térmica en sus procesos, como el cemento y el acero, con un peso económico que en algunas regiones supera incluso al del turismo. Podrían ser sustituidas por materiales sostenibles como la madera. Pero claro, ¿quién se atreve a cuestionar a los gigantes de nuestro PIB?
  • Viviendas y estilo de vida. Todos queremos salvar el planeta… desde el sofá, con la calefacción encendida y el cargador enchufado. La sostenibilidad está muy bien, siempre que no implique renunciar a nuestras comodidades.
  • Agricultura y ganadería. La contaminación por nitratos es uno de los principales problemas ambientales derivados de estas actividades. En diciembre de 2021, la Comisión Europea decidió llevar a España ante el Tribunal de Justicia de la UE por no tomar medidas suficientes contra la contaminación por nitratos, según informó Euronews.
  • Transporte. En mayor medida el marítimo y el aéreo. Pero, ¿quién renuncia a sus vacaciones? ¿A ese vuelo «low cost» que nos lleva a respirar otro aire, aunque sea igual de contaminado?

Y lo más importante: ¿dónde están los informes públicos que evalúan el impacto real de las ZBE? ¿Quién mide su eficacia más allá de las multas? Porque si no hay transparencia, sólo queda una un acto de fe… ¿Es posible confiar cuando nuestro contexto habitual es la corrupción?

ZBE es el primer paso, para seguir el camino, hay que saber a dónde quieres ir – Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas. En nuestra hoja de ruta, debe incluirse la consciencia y la responsabilidad ambiental de la sociedad. Como ciudadanos, tenemos que reorientar nuestro estilo de vida, exigir alternativas reales y dejar de delegar por completo en la administración. Solo así conseguiremos beneficios reales: respirar aire más limpio, reducir enfermedades respiratorias y cardiovasculares, disminuir la contaminación acústica y mejorar la calidad de vida en entornos urbanos.