¿Qué haces con las cosas que no funcionan?
Con las cosas que no funcionan, se reparan —si compensa— o se llevan a un Punt Verd, donde se despiezan y se les da una segunda vida. Es lo que se llama buena praxis: aprovechar lo que aún puede servir y reciclar lo que ya no tiene remedio.
Pero este artículo no trata de reciclaje, trata sobre la movilidad que convierte nuestro día a día en una aventura épica. Una red de transporte eficiente debería ser la columna vertebral de la sostenibilidad medioambiental y de la calidad de vida. Mi objetivo es explorar los «hotspots» de los desplazamientos, tomando como ejemplo Cerdanyola del Vallès —aunque bien podría ser cualquier otra población catalana en la cual lo que no funciona,: se institucionaliza.
REd Nacional Ferrocarriles Estropeados… (TEN FE)
Estaréis de acuerdo conmigo que cuando el servicio de cercanías funcione regularmente será una gran noticia. A pesar de que los medios de comunicación nos informan a diario de robos de cobre, catenarias estropeadas, interrupciones del tráfico por uso indebido de las vías (o el eufemismo de suicidios y atropellos)…
A todo esto hay que sumarle las decisiones tomadas por mentes brillantes sin conocimientos básicos de estadística. ¿Acaso no os habéis preguntado por qué en horas punta circulan trenes cortos y fuera de esas franjas horarias, trenes largos?
Pero la infraestructura no es lo único que falla. Las familias numerosas y monoparentales no pueden adquirir billetes con el descuento que legalmente les corresponde fuera de las grandes urbes. ¿Os habéis dado cuenta de que ahora no hay personal que venda billetes en las taquillas de RENFE de ciertas poblaciones? Pues bien, estos títulos de transporte sólo pueden adquirirse en taquilla, porque no están disponibles en las máquinas dispensadoras ni en trenes sin revisores. Resultado: si no hay taquilla, no hay billete. Y si no hay descuento, se está denegando rl derecho a la correspondiente bonificación a colectivos vulnerables.
Cerdanyola del Vallès: entre la Ciudad de los Prodigios y el limbo del transporte
En Sin noticias de Gurb (1991), novela de humor satírico en la que un par de extraterrestres aterrizan en Cerdanyola y se pierden en la Barcelona preolímpica intentando entender el comportamiento humano, su autor, Eduardo Mendoza escribió:
«… los seres humanos utilizan una gran variedad de medios de locomoción, todos los cuales rivalizan entre sí en lentitud, incomodidad y peste…»
Han pasado 34 años, casi 35… y todo sigue igual: la ciudadanía se pierde —literalmente— esperando soluciones.
Cerdanyola del Vallès está a apenas 6 km de La ciudad de los Prodigios, conectada por la línea E3, que debería pasar cada 10 minutos, pero lo hace cada 20. Mientras tanto, Ripollet —con una superficie siete veces menor y menos población— disfruta de una frecuencia de 6 minutos en la línea E4, independientemente de si es horario lectivo o no. ¿Es una broma de mal gusto o simplemente humor negro transformado en resignación?
El E3 (Barcelona – Cerdanyola – UAB) quizás funcione bien para los estudiantes de la UAB… aunque tampoco lo aseguro por tratarse de una línia que debe seguir la ruta de los atascos.
¿Y los 54 autobuses publicitados?
Lo que está claro es que los 54 autobuses que comenzaban a operar el 22 de septiembre de 2025, no sólo no se ven, sino que han desaparecido.
¿Será que los autobuses están en modo invisible?
Alternativa de conexión con los FFCC: la odisea intermunicipal
Y si en un alarde más de imaginación que competencial los responsables de movilidad descubrieran la necesitan conectar Cerdanyola con otras zonas del Vallès más allá de la Meridiana y descubrieran los Ferrocarriles de la Generalitat de Catalunya?
Un autobús que funcionara como lanzadera con Sant Cugat, Sabadell o Terrassa no solo reduciría el tráfico en vehículos privados sino que también facilitaría la transición a la ZBE (Zona Bajas Emisiones). Sin embargo, hoy, el transporte público es una alternativa inviable para la sostenibilidad.
Evidentemente, para que lo fuese habría que despertar del letargo institucional y hacer honor al famoso “Facta, non verba” solicitado por gran parte del electorado del cabildo. Hasta ahora, lo único que se manifiesta con más frecuencia que el transporte público es la publicidad engañosa de los 54 autobuses fantasma.
Retrasos, productividad y salud pública
Como consecuencia directa de la ineficacia del transporte público —ese ser mitológico que aparece cuando menos se le espera y desaparece cuando más se le necesita— las carreteras se saturan. El acceso a las grandes urbes se convierte en una aventura diaria, con un incremento de vehículos que circulan entre obras medallita- diseñadas más para cortar cintas que para mejorar la movilidad.
El resultado: un embudo crónico donde el tiempo se evapora y las mejoras nunca llegan. Todo esto en un país donde la presencialidad laboral sigue siendo dogma, como si fichar en persona sea más sinónimo de productividad que llegar puntual y descansado al puesto de trabajo. Los retrasos generalizados también repercuten directamente en la salud física y mental de la población activa. Trayectos de treinta minutos se han triplicado o cuadriplicado.
¿Y si protestar fuera tan frecuente como esperar?
Protestamos mientras esperamos: en la estación de tren, en la parada de autobús, en el coche atrapado en un atasco.. Curiosamente, en plena era de la hiperconexión, también podríamos protestar digitalmente durante ese tiempo en el que no podemos atender a nuestra familia, ir al gimnasio o simplemente vivir. Y en este punto me pregunto: ¿Por qué seguimos repitiendo quejas pasivas e ineficaces como si fueran parte del mobiliario urbano, en vez de actuar con la frecuencia que exigimos al transporte público?
En mi opinión, se debe protestar donde corresponde: compañías de transporte y ayuntamientos hasta que se aburran o se saturen de trabajo. También se puede presionar a través de los medios de comunicación —prensa, televisión, radio— y sobre todo, allí donde más duele: en las urnas.
Si te resuena lo explicado en estas líneas, te invito a compartir este artículo como forma de protesta. Hazlo circular, úsalo cada vez que escribas una queja, y añade en los comentarios tu experiencia o los problemas de movilidad que conoces. Porque visibilizar lo que no funciona es el primer paso para que implementar soluciones deje de ser un sueño… y empiece a ser una exigencia colectiva.