Los materiales empleados en la construcción de una vivienda saludable deben elegirse atendiendo a los siguientes criterios:
– Materiales que regulen la higrometría
– Materiales que posean baja conductividad térmica
– Materiales que posean una buena inercia térmica
– Materiales libres de COV (Componentes Orgánicos Volátiles)
1. Regular la higrometría ambiente para lo cual es necesario que haya un buen intercambio higrotérmico entre el exterior y el interior consiguiendo, de este modo, el confort térmico.
Una buena regulación higrométrica evitará el vapor de agua presente en el ambiente de nuestro hogar y que es el responsable de generar problemas de humedad y condensación.
Para regular la higrometría ambiente en nuestra vivienda debe estar construida con materiales estancos – resisten a la humedad y a la intemperie – y porosos – permiten que la vivienda pueda expulsar el vapor de agua – con el fin de equilibrar el índice de humedad. En este punto, la madera como material de construcción es un buen regulador higrotérmico.
Para construir una casa saludable debe ponerse especial atención en la elección de los aislantes y su colocación. Una mala elección o colocación de materiales aislantes es el origen de la proliferación de mohos, ácaros, bacterias e incluso de la degradación estructural de la construcción. Por el contrario, una buena elección de materiales aislantes, colocados adecuadamente impiden que las paredes se enfríen evitando la condensación en el interior de la vivienda. El problema más habitual de termorregulación de viviendas son las fugas de temperatura a través de puentes térmicos de cerramientos como puertas, ventanas…
La tendencia actual en construcción es priorizar los aislantes naturales puesto que regulan mejor una buena calidad de aire. Aislantes como las fibras de madera y el corcho aprovechan las propiedades de regulación higrométrica y de conductividad térmica. El cemento, por el contrario, material omnipresente en la construcción española, debería evitarse en la medida de lo posible pues se trata de un material hidrófobo que impide expulsar el vapor de agua del interior.
2. Materiales de débil conductividad térmica. Debe buscarse una buena resistencia térmica tanto al calor como al frío. Lo recomendable es utilizar materiales de aislamiento repartido, es decir, materiales que no necesiten aislamiento adicional.
Los materiales que más frecuentemente se utilizan en la construcción son la lana, la fibra de vidrio, la lana de roca, el poliestireno, el poliuretano, las plumas de ganso… Son por lo general materiales que se caracterizan por ser malos conductores del calor. Esta característica los convierte en buenos aislantes.
3. Materiales con una buena inercia térmica para que almacenen calor en invierto y lo restituyan progresivamente por la noche cuando bajan las temperaturas. Además, durante el verano, deben combatir las altas temperaturas. Conseguir el equilibrio térmico es sinónimo de ahorro importante, ya que se ahorra tanto en calefacción durante el invierno como en aire acondicionado durante el verano. La piedra natural es un material que destaca por su inercia térmica.
4. Libres de COV (Componentes Orgánicos Volátiles). Es decir, sin aditivos químicos nocivos para la salud humana. En esta línea, a la hora de elegir pinturas, barnices, lacados, decapantes, disolventes o colas se optará por productos ecológicos.
La mayoría de los productos que se comercializan contienen disolventes orgánicos, polímeros sintéticos, resinas epoxi, formaldehídos… Todos estos compuestos tienen serias consecuencias en la salud humana tanto por inhalación como por contacto con nuestra piel provocando enfermedades cada vez más comunes como el asma e irritaciones oculares o cutáneas.
Por el contrario, si utilizamos productos ecológicos, fabricados a base de caseína, terpeno de cítricos, linaza, aceites esenciales, talco o boro, entre otros, minimizaremos la contaminación ambiental y evitaremos las molestias de los alérgenos que afectan la salud humana de las personas sensibles a estos compuestos.
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