En Francia, constructores expertos trabajan en la reconstrucción de la aguja de la catedral de Notre Dame de Paris se incendió el pasado 15 de abril de 2019. En este incendio se derrumbó el tejado y la aguja decimonónica de la catedral proyectada por el arquitecto Viollet Le Duc. Por fortuna, no hubo daños humanos. Sin embargo, si se produjeron importantes daños al patrimonio. Se recaudaron unos ochocientos millones de euros en unas 24 horas para su reconstrucción y es que Notre Dame, es un símbolo no sólo de Francia, sino también de la cultura occidental.

Tras el incendio se planteó el dilema de su reconstrucción. Se convocó un concurso internacional de arquitectura. En este concurso, se presentaron espectaculares propuestas de novedosos diseños como un invernadero bajo la cubierta, una espectacular aguja de cristal… Por otro lado, estaban los defensores de mantener el espíritu gótico. Finalmente, las autoridades francesas siguiendo las recomendaciones del Consejo Internacional de Monumentos, han decidido que se mantendrá el proyecto inicial con rigor histórico y la máxima precisión posible. Sin duda, una reconstrucción idéntica es la más rápida, fiable y económica.

La opción de reconstrucción elegida ha generado indignación entre grupos ecologistas pues si se realiza con todo rigor, deberían emplearse algunos materiales actualmente considerados que producen efectos nocivos sobre la salud humana. Por ejemplo: el plomo, metal de muy alta toxicidad que además de cancerígeno, puede afectar especialmente a la inteligencia de los niños por pequeña que sea la dosis.

Otros materiales, son totalmente sostenibles, aunque también ha sido motivo de críticas y controversia. Tal es el caso de la madera de la importante cantidad de madera de roble que requerirá y que tardará más de un siglo en regenerarse. La cifra estimada para el proyecto de reconstrucción de la estructura de madera ajustado al diseño original exige disponer, como mínimo, de unos mil robles cuya edad oscile entre ciento cincuenta y doscientos años. Además, estos robles deben ser rectos, de una longitud entre 8 y 14 metros, con un diámetro de 50 a 90 centímetros que, deberán ser cortados a finales de marzo para impedir que la savia suba y humedezca demasiado la madera que se utilizará para fabricar las vigas.

Conseguirlos no representará un problema, ni un elevado coste. Todo lo contrario, será fácil pues numerosos propietarios forestales de bosques privados se han ofrecido a donar robles para el proyecto de reconstrucción de Notre Dame.

Para cortar las vigas, se estima que los troncos deben someterse a un proceso de secado de 18 meses. Sin embargo, Frédéric Épaud, especialista en estructuras de madera medievales del Centre National de la Recherche Scientifique mantiene que la madera utilizada para la construcción del diseño original, nunca se secó sino que se cortó en verde y se colocó poco después de ser talada.

Cada viga de la estructura original era un tronco de un roble cuadrado talado con hacha – ya que la sierra no se utilizaba en el s. XIII- en sección rectangular, manteniendo el corazón de la madera en el centro de la pieza. Los robles talados correspondían exactamente a las secciones buscadas por los carpinteros y su escuadrado se hacía lo más cerca posible de la superficie del tronco con poca pérdida de sección de la madera. De este modo conseguían dimensionar la madera con estabilidad.

Los maestros carpinteros de la época tuvieron que resolver importantes dificultades técnicas para dar respuesta a la complejidad de construcción con madera delgada y flexible. Los delgados muros tenían que soportar el peso de grandes vidrieras, la presión del viento y tejados altos e inclinados. La madera que se utiliza en la época era delgada y flexible por lo que fue necesario utilizar dispositivos para reforzar con tirantes las cerchas duplicando de este modo la triangulación.

Para ajustarse a los requerimientos del proyecto original, la madera deberá trabajarse empleando las técnicas tradicionales de hachas. El problema actual, es que los carpinteros actuales desconocen estas técnicas y será necesario formarles en estas habilidades para dar cumplimiento al proyecto de reconstrucción aprobado. De hecho, el reto de la reconstrucción no estriba en el empleo de tecnología sino construir una estructura de roble empleando los conocimientos y técnicas tradicionales, siendo la única modernidad, la utilización de la madera que, según Alex de Rijke, es el material del siglo XXI por ser un material sostenible de origen biológico que proviene de la explotación de nuestros recursos forestales cuya incidencia sobre la huella de carbono es nula o casi nula.

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