La sensibilidad química múltiple, también conocida como intolerancia ambiental idiopática, es un trastorno fisiológico que se manifiesta con la reacción de hipersensibilidad a la inhalación de agentes y componentes químicos de diferente naturaleza que se encuentran en el medio ambiente e incluso en medicamentos.
La mayor parte de la población no desarrolla problemas pero si dificultan la calidad de vida a los afectados por este síndrome. El tratamiento de las personas afectadas consiste en la no exposición al contaminante que está en el ambiente. Se puede paliar eligiendo una construcción saludable o realizando una reforma que adecue la vivienda o el entorno laboral mejore la calidad de vida de los afectados.
Para conseguir una vivienda sana, es necesario utilizar materiales y productos naturales, libres de tóxicos como, por ejemplo, los formaldehídos – substancia tóxica cancerígena que penetra en nuestro organismo por las vías respiratorias – entre otros componentes orgánicos volátiles. La madera, es la principal solución constructiva para lograr este objetivo.
Al diseñar o reformar una vivienda para usuarios afectados por el síndrome de sensibilidad química múltiple, se tendrán en cuenta los siguientes factores:
1. Análisis geofísico para valorar posibles problemas derivados del suelo (fallas, fisuras, capas freáticas) y del ambiente como las emanaciones del gas radón.
2. Contrarrestar la contaminación electromagnética. Los campos electromagnéticos inciden negativamente en nuestro descanso y, por lo tanto, en nuestra salud. Si estos campos no se pueden eliminar, por ejemplo, la conexión WIFI, como mínimo, alejarlos de nuestra área de descanso.
3. Selección adecuada de los materiales de construcción saludables. La madera, entre otros materiales naturales y ecológicos que son saludables. Empleando aislamientos como el corcho, la celulosa y las fibras vegetales.
Entre los materiales tóxicos para los afectados por el síndrome de sensibilidad química múltiple se halla el cemento, el zinc, el cromo, plásticos, pinturas y barnices derivados del petróleo que emanan compuestos orgánicos volátiles tóxicos.
4. Optimizar la calidad del aire interior que puede estar más contaminado que el exterior por ventilación insuficiente o inadecuada y por a acumulación de tóxicos que sorprendentemente proceden de productos de limpieza o incluso, higiene íntima. Debe primarse la ventilación cruzada, la purificación del aire mediante filtros HEPA – siglas inglesas para designar un recogedor de partículas de alta eficiencia – utilización de deshumidificadores que regulen la humedad del ambiente y eviten la aparición de humedades
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